Hay libros que son hitos de la historia de la fotografía. Uno de ellos es, sin duda, “The Americans”, de Robert Frank. Con motivo del cincuenta aniversario de su publicación, La Fábrica Editorial lo reedita con la peculiaridad de ser la primera vez que se hace en castellano.
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Aunque la realidad, tal y como la vio Robert Frank, contradecía la idea del paraíso americano, esa arrogancia poderosa que vendía eslóganes al mundo. Sus fotografías son el testimonio visual de unas gentes peleando por existir, un cruce de edades, sexos y razas asumidos en sus instantes decisivos, en ese segundo impreciso que sólo una cámara de fotos es capaz de captar como una verdad sublime, implacable.
Era un viaje al tuétano de la soledad, al paisaje atroz de la injusticia con una Leica colgada al hombro. "No fue divertido hacer 'The americans'. Ver toda esa injusticia, esa violencia... a veces era peligroso. Infringía leyes estatales que ni siquiera sabía que existían. Me arrestaban los sheriffs. Entonces no tenía tanta información visual y yo no sabía lo que me esperaba en el Sur", ha comentado el artista.
Era un viaje al tuétano de la soledad, al paisaje atroz de la injusticia con una Leica colgada al hombro. "No fue divertido hacer 'The americans'. Ver toda esa injusticia, esa violencia... a veces era peligroso. Infringía leyes estatales que ni siquiera sabía que existían. Me arrestaban los sheriffs. Entonces no tenía tanta información visual y yo no sabía lo que me esperaba en el Sur", ha comentado el artista.
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En ese laberinto de carne y cieno, Robert Frank retrató el 'backstage' de esa otra parte de la sociedad fecundada por la tristeza, las desigualdades, el racismo y el perfume agrio de la desesperación, también estableció un nuevo código en la mirada. Ese instante único y decisivo del que hizo oficio y labor Cartier-Bresson, pero que aquí se mostraba de manera más incisiva.
"Intento atrapar lo que he visto y oído, lo que he sentido. ¡Lo que sé! No existe un momento decisivo. Hay que crearlo. Tengo que hacer lo necesario para que aparezca delante de mi objetivo", apuntó Frank.
En ese laberinto de carne y cieno, Robert Frank retrató el 'backstage' de esa otra parte de la sociedad fecundada por la tristeza, las desigualdades, el racismo y el perfume agrio de la desesperación, también estableció un nuevo código en la mirada. Ese instante único y decisivo del que hizo oficio y labor Cartier-Bresson, pero que aquí se mostraba de manera más incisiva.
"Intento atrapar lo que he visto y oído, lo que he sentido. ¡Lo que sé! No existe un momento decisivo. Hay que crearlo. Tengo que hacer lo necesario para que aparezca delante de mi objetivo", apuntó Frank.
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"Con 'Los americanos' hay un antes y un después de la fotografía, ya nunca sería lo mismo", sostiene Vicente Todolí, director de la Tate Modern de Londres y experto en la obra de Frank, a la que dedicó una exposición cuando en 1981 estudiaba en Yale su postgraduado. "Introdujo un grado de libertad y una trascendencia de la técnica llevó a incluir este soporte en un área que era la del Arte. Fue este libro el que hizo que muchos artistas empezaran a interesarse por la fotografía".
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